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MAMÁ HELADERA: UNA HISTORIA MUY ESPECIAL QUE VOLVIÓ A UNIR LOS CAMINOS DE DOS EXALUMNAS DE LA ESCUELA HOFMANN

Irene Iborra descubrió en las propiedades del helado la manera perfecta para recordar historias y crear momentos inolvidables. Irene Vidal se enamoró del proyecto y se incorporó a su equipo para seguir aprendiendo y creciendo profesionalmente.

  • ¿Cómo surgió vuestra pasión por la gastronomía?

Irene Iborra:

Soy la quinta generación de una familia dedicada a la horchata y los helados; mi infancia huele a canela y limón. Mi abuelo nos hacía galletas de mantequilla a todas las nietas y nosotras siempre metíamos las manos en la masa mientras las preparaba, era una experiencia superdivertida. Mi madre nos hacía un pastel de yogur con limón que me encantaba y cuando aprendí a hacerlo me gustaba la felicidad que se creaba alrededor de esa merienda.

Irene Vidal:

Desde niña siempre decía que de mayor quería ser pizzera. Además, mi abuelo materno era el panadero de la ciudad de Rocha (Uruguay), así que creo que me viene de allí.

  • ¿Qué os motivó a estudiar en la Escuela Hofmann?

Irene Iborra:

En 2012 me incorporé al obrador de “El Tío Che”, nuestro negocio familiar, para aportar cosas nuevas a la campaña de turrones. Estuve mirando formaciones y me encantó la propuesta de Hofmann: pasteles, postres y bollería de alta calidad, fáciles de preparar, siguiendo una técnica y con una presentación excelente… aparte del mejor croissant.

Irene Vidal:

Siempre me ha gustado el dulce y después de haber estudiado hostelería en Sant Ignasi Sarriá, decidí ampliar mi formación. En ese momento de mi vida laboral sentí que necesitaba más formación en pastelería y Hofmann se cruzó en mi camino.

  • ¿Cómo fue vuestra experiencia durante la formación en la Escuela?

Irene Iborra:

Para mí fue una experiencia preciosa. Cada día que preparábamos un pastel, me lo llevaba atado en la parte de atrás de la bici y cuando llegaba a la tienda venía mi sobrina, que en esos entonces tenía dos añitos, e iba directamente al tupper para ver que traía. Después los volvía a hacer en casa o en el obrador para practicar y los compartía con mi familia y los clientes. Fue muy bonito porque ese año conocí a mi marido Raúl Ruiz, ahora mi socio en “Mamá Heladera” y me encantaba impresionarlo con las cosas que había aprendido. A día de hoy todavía seguimos haciendo algunas de las recetas que compartimos ese año para revivir historias preciosas que nos pasaron. También conocí a Irene Vidal cuando llegué por primera vez a clase. Irene volaba por el obrador, tenía un dominio total y ya sentía mucha admiración por ella.

Irene Vidal:

Fue una muy buena experiencia. Guardo muy buen recuerdo de todos los profesores, tanto los de teoría como los de las clases prácticas.

  • ¿Cómo ha influido la formación en la Escuela de Hostelería Hofmann sobre vuestro proyecto actual de Mamá Heladera?

Irene Iborra:

Hofmann me dio las bases de la pastelería y conocer las técnicas a utilizar en cada caso me permitió una gran libertad de creación. Me encantaron las clases con Montse Saperas, que nos hacía un juego con la canela (que actualmente enseñamos en la heladería) para entender el poder que tienen los aromas para despertar imágenes. Me encantó la organización de Vanessa Wiehoff y su forma de hacer fácil las preparaciones más complicadas. Gabi Martín nos enseñó trucos que hacían que una preparación fuera magistral, es un pozo de conocimiento y también un gran profesor. Cada uno de ellos ha marcado un trocito del proyecto “Mamá Heladera”, pues en cada preparación que hacemos seguimos utilizando todos sus consejos para crear helados increíbles.

Irene Vidal:

Para mí es un placer que Irene Iborra y Raúl Ruiz (su pareja y socio) me hayan dado la oportunidad de trabajar con ellos y formar parte de este proyecto que han emprendido juntos. Me están ayudando mucho a crecer como profesional y poder crear mi marca personal.

  • ¿Cuándo y cómo nació la idea de emprender vuestro propio negocio?

Irene Iborra:

La idea inicial de “Mamá Heladera” fue compartir el conocimiento de la heladería de forma fácil y, mientras nacía el proyecto, surgió la posibilidad de montar la heladería física en el local actual. Entonces intentamos pensar de qué forma podríamos implicar a la gente del barrio, nuestro conocimiento y a la vez diferenciarnos de forma harmónica con el negocio familiar de “El Tío Che”. Y es ahí cuando volvimos a los orígenes, al compartir, al porqué nos gustan las cosas. En ese punto di con la idea de que si nos gusta alguna cosa por la historia que hemos tenido, con ese sabor y ese recuerdo podemos crear un helado increíble que nos transporte a ese momento inolvidable.

Irene Vidal:

En mi caso, me encuentro en busca de mi marca personal e Irene me ha dado la oportunidad de unirme al proyecto para aprender las claves y trucos para emprender y crecer como profesional.

  • ¿Por qué en el Poblenou?

Irene Iborra:

Porque este proyecto ha sido posible gracias a la confianza e integración que tenemos en el barrio. Nos han compartido historias preciosas y nosotros las hemos tratado con el mayor respeto posible, dado que detrás de cada recuerdo hay una parte muy importante de esa persona.

Irene Vidal:

Allí nació el negocio familiar de “El Tío Che” y lleva abierto desde 1912. Además,  considero que es uno de los barrios de Barcelona que aún conserva esa magia de ser un barrio donde toda la gente se conoce y son una gran familia.

  • ¿Cuáles han sido los retos más importantes que habéis tenido que afrontar para emprender el proyecto?

Irene Iborra:

Al ser un proyecto pionero, al principio a Raúl y a mí nos costó mucho simplificar la idea para que se entendiera y poderla compartir. Hemos roto con la línea de negocio anterior de bocadillos y vermuts que había en esa tienda, y por ello hemos tenido detractores y defensores… Pero las personas que lo prueban, se enamoran del proyecto en la mayor parte de los casos. Además, la inversión en maquinaria fue otro gran reto que afrontamos con nuestro capital propio, muchos sacrificios y una parte de renting.

Irene Vidal:

Uno de los retos más importantes que he tenido que afrontar en mi carrera, durante la pandemia que hemos sufrido, ha sido el replantearme durante mucho tiempo el cambiar de sector en la hostelería. La verdad que ha sido un momento duro.

  • ¿Cómo recibieron los clientes una propuesta tan innovadora?

Irene Iborra:

En su mayoría, quien viene repite y vuelve con más gente. Actualmente tenemos clientes fieles que comparten con sus seres queridos este rinconcito único. Es un lugar especial que aún poca gente conoce, porque está escondido por el eclipse de la tienda principal. La buena acogida que tuvo desde el principio nos ha permitido crecer con el proyecto en producción y calidad, para poder asentar bien las bases de nuestra propuesta. Además, desde el primer mes cumplimos el presupuesto que nos marcamos y vamos superándonos poco a poco.

Irene Vidal:

Tenemos opiniones muy diversas, pero la gran mayoría sale supercontenta con la experiencia. Ver como se iluminan sus caras al degustar el helado y hacia donde se transportan, es maravilloso. Raúl es quien esta normalmente más de cara al público y tiene muy buenas anécdotas sobre la reacción de los clientes. Yo me dedico más a la producción de los helados y aprender a formular.

  • ¿Qué significa para vosotras trabajar juntas en un proyecto como el de Mamá Heladera?

Irene Iborra:

Para mí es un regalo contar con el equipazo que tenemos en “Mamá Heladera”. Raúl es un contador de historias nato y hace que cada historia cobre vida propia. Además, he tenido todo su apoyo en el proyecto desde el minuto cero. Irene Vidal es la persona que nos permite desarrollar otros proyectos y la mayor parte de la creación de helados la hace ella. En un mes aprendió a hacerlos perfectamente y ahora está aprendiendo a formular. Es increíble contar con ella, ya la admiraba en clase y ahora trabajando con ella aún más. Tiene un dominio total de las técnicas de pastelería y cocina, cosa que nos permite crear preparaciones de todo tipo. Estoy segura de que le espera una gran carrera por delante dentro de la heladería.

Irene Vidal:

En mi caso ha supuesto un cambio radical en mi vida, nunca había sido tan feliz en un trabajo. Me encuentro muy bien arropada y siento que puedo empoderarme y superar todos los retos que estén por llegar.

  • ¿Qué esconde cada creación de helado?

Irene Iborra:

No esconde nada, al contrario, lo muestra todo. Se trata de simplificar en notas principales y compartir. Los detalles más simples pueden ser las notas principales en nuestros helados. En el helado “Laiaia t’envia al cirerer a berenar”, por ejemplo, dónde el recuerdo de la lavanda del perfume de las abuelas (nota predominante) junto la cereza ácida nos hace recordar los tiempos felices con los abuelos trepando a los árboles para recoger fruta.

Irene Vidal:

Esconde mucha dedicación, cuidado y mimo, dado que estamos trabajando con un recuerdo personal, intentando llegar al máximo exponente del sabor.

  • ¿Imaginabais tener este éxito cuando nació el proyecto?

Irene Iborra:

Lo hicimos como un regalo a los clientes, una extensión más de nuestra expertis y un modo de acercarnos al día a día de las personas creando momentos especiales. Queríamos crear helados que emocionaran y ya lo conseguimos incluso antes de abrir, con las pruebas del helado de bechamel, plastilina, “el postre de la tía Ester”. Esta es nuestra finalidad y nuestro éxito.

Irene Vidal:

Está siendo increíble como poco a poco nos vamos dando a conocer y viene gente a vernos para vivir la experiencia y salen muy contentos. También los medios de comunicación están contactando con nosotras.

  • ¿Tenéis pensados otros proyectos vinculados a Mamá Heladera para un futuro próximo?

Irene Iborra:

Sí, queremos ofrecer formación de heladería fácil y creativa, encontrando la esencia de cada uno y ofreciendo experiencias inolvidables a la gente que participe.

Irene Vidal:

Irene Iborra está poniendo en marcha cursos para explicar su proyecto y ayudar a los profesionales a emprender sus propios negocios. Además, de cara a más adelante, tenemos pensado crear experiencias para que los clientes puedan crear su propio helado.

  • ¿Qué mensaje les darías a los alumnos que se están formando actualmente en la Escuela?

Irene Iborra:

Qué busquen su esencia, su agente diferenciador y que trabajen duro por enseñarle al mundo eso que solamente ellos pueden crear. Cuando te atreves a ser tu misma, a salir de la línea, a arriesgarte… es cuando las cosas increíbles comienzan a ocurrir. Pero,  sobre todo, que aprendan a vivir cómodos con el fracaso: es la parte más importante para llegar al éxito.

Irene Vidal:

Mi mensaje para los alumnos que se están formando es que nunca dejen de creer en sí mismos, que a pesar de las adversidades esos momentos nos ayudan a aprender y a crecer como personas. Y también que no dejen de formarse, es importante aprender siempre cosas nuevas.