SALVADOR Y MARTA: PADRE E HIJA COMPARTEN PASIÓN Y PROFESIÓN EN LA ESCUELA HOFMANN
Ambos crecieron entre fogones, cumplieron sus sueños paralelamente, y con la llegada de la pandemia, sus caminos se volvieron a unir en la Escuela Hofmann.
El sueño de Salvador Vallès siempre había sido hacer cava. Su padre tenía una empresa de alcoholes, pero murió cuando él era joven y no tuvo otro remedio que dedicarse a la construcción para conseguir dinero para su familia. Pasados los 50 años decidió comprar una pequeña bodega en el Penedès. Hoy día, después de 16 años, Emendis es una bodega familiar que está llegando al millón y medio de botellas entre cavas y vinos, y que dispone incluso de un departamento de enoturismo.
Desde muy pequeña, Marta Vallés ya estaba entre fogones, pero no fue hasta que le detectaron la intolerancia al gluten que empezó a investigar en el mundo de la cocina. Hoy en día, es una de sus pasiones y después de años de esfuerzo y dedicación ha podido abrir su primer restaurante: “Vinyes de Lilith”. Está basado en una cocina saludable, con producto de proximidad y ecológico, cocinado en horno Josper y vinos de la casa.
- ¿De dónde viene vuestra pasión por la cocina?
Salvador:
Como todo el mundo dice, por culpa de las abuelas … mi abuela tenía una fonda y ella era la cocinera. Desde bien pequeño ya estaba con los fogones, aprendiendo a hacer alioli, etc. Pero donde realmente he aprendido y descubierto mi pasión por la cocina ha sido en la Escuela Hofmann, con Mey Hofmann. Hace 40 años fui uno de los primeros alumnos del curso de cocina de Mey con el profesor Lladonosa, en la calle Ferran.
Marta:
Podríamos decir que yo nací entre fogones. Recuerdo una foto que tengo en la cocina de casa, con tres añitos, un albornoz azul cielo y una merluza en la mano. Pero realmente fue la celiaquía lo que me animó a sumergirme en el mundo de la cocina, hasta el punto de llegar a abrir mi propio negocio.
- ¿Cómo surgió la idea de apuntaros juntos el curso?
Salvador:
En el mejor momento de la aventura, llega la pandemia y nos sentimos obligados a parar todo. Yo intento animar a Marta para que aprovechemos la situación para seguir formándonos en la cocina. Y qué mejor lugar que la Escuela Hofmann… Para mí, venir a Hofmann es volver al cielo.
Marta:
Las horas del curso se han convertido en nuestras horas preferidas de la semana. Compartir profesión y pasión con mi padre es todo un regalo. Hofmann se ha convertido en casa. El día de clase es nuestro día: al salir vamos a comer a un lugar diferente y nos hemos vuelto muy confidentes.
- ¿Creéis que es un curso bien adaptado tanto para personas de 30 años, como para gente de 60?
Marta:
Yo creo que lo importante es que te guste la cocina. Si te apasiona la cocina, no hay edad. Lo vives, lo disfrutas y no dejas de aprender y crecer. Y tengo la gran suerte de poder disfrutar de todo esto con mi padre, dos generaciones compartiendo esta pasión.
- ¿Recomendaríais la experiencia a futuros alumnos?
Marta y Salvador:
Sin duda recomendaríamos esta experiencia. Hofmann sigue unas metodologías y un saber hacer únicos. Pensamos que es la escuela perfecta donde formarte, profundizar en los conocimientos culinarios y llegar bien lejos.
- ¿Qué es lo que más valoráis de todo lo que estáis aprendiendo?
Marta y Salvador:
Lo que más valoramos es la calidad humana que hay. Lluís es nuestro chef y realmente no tenemos palabras para describir la buena conexión y el trato que hay con ellos. Desde el minuto cero te lo ponen fácil, aprendes y al mismo tiempo disfrutas. Es una experiencia increíble, en todos los aspectos.
- Cuando llegáis a casa, ¿os gusta comentar las clases y cocinar juntos?
Marta:
Cuando yo voy a casa de Salvador, soy la ayudante. Y cuando él viene al restaurante curiosea, observa, ayuda desde el punto de vista de padre y profesionalmente. Es fantástico para mí, porque él es la primera persona que prueba mis nuevas recetas y me encanta poder tener su feedback.